A estas alturas, nadie pone en duda las ventajas de avanzar hacia la igualdad de género en las posiciones de responsabilidad. Un estudio de 2016 para el Peterson Institute for International Economics desveló que existe una correlación positiva entre la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo corporativo y el rendimiento económico, en una magnitud considerable.
En una línea parecida: las mismas estadísticas de la “ONU Mujeres”, que año tras año confirman las diferencias de género en el sector privado, indican también que si más mujeres ganaran lo mismo que los hombres, el PIB de la Eurozona experimentaría un crecimiento Click & Tweet! . Lo mismo puede decirse de nuestros vecinos en América y en Asia.
El objetivo, pues, parece tan claro como sus ventajas. Sin embargo, el camino se está recorriendo muy lentamente. Hace unos meses, sugerí que la meritocracia sería una de las claves para acelerar este cambio. La formación y la educación destacan entre todas las mujeres que han logrado romper el famoso techo de cristal, casando esa autoexigencia que tenemos las mujeres con la confianza que nos da una buena formación.
En España tenemos la Ley de Igualdad, que ha dado algunos pasos en la buena dirección y también contempla temas básicos como la conciliación, y en Europa se ha intentado regular la paridad en los sillones de toma de decisiones empresariales. El ejemplo, a mi parecer, lo ha marcado Noruega: ese país legisló hace unos años para establecer una cuota mínima del 40% en los consejos de administración del sector privado. Tras las primeras reacciones contrarias a lo que las empresas consideraron intervencionismo puro y duro, hoy en día se han adaptado y cumplen con creces la norma.
En los últimos años, 9 de cada 10 excedencias para el cuidado de los hijos fueron solicitadas por mujeres. Cambiar esto implica romper con mentalidades, actitudes y formas de hacer tradicionales de la sociedad occidental.
En ese sentido, es muy importante dar a conocer y celebrar a las mujeres que llegan a la cima, como mecanismo para facilitar que más mujeres sigan sus pasos. El precio de entrada a los escalones más altos de empresas y organizaciones no debe ser que las mujeres nos convirtamos en sobrehumanas: basta con igualdad de méritos y de oportunidades, o como dicen en inglés “level the playing field” Click & Tweet! .
La igualdad educativa debería, pues, garantizar la igualdad en el mercado de trabajo, cosa que todavía no se cumple ni siquiera en los países más desarrollados o en las empresas de la lista Fortune 500, donde sólo el 6,4% de empresas son dirigidas por mujeres. Tener una mujer en el puesto de CEO tiene muchos impactos positivos Click & Tweet! .
Así, la presencia de mujeres debe aumentar, y no a velocidad de glaciar, pues el camino es largo. Algunos estudios aventuran un 30% de representación femenina en puestos de responsabilidad y liderazgo para 2027, es decir, en diez años.
Yo creo que un esfuerzo consciente y cohesionado puede acelerarlo y reducir ese horizonte. La Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras o el Observatorio Mujer de la Cámara de Comercio de Barcelona llevan tiempo realizando una gran labor de concienciación en este campo. La realidad es que existe un colectivo de mujeres formadas, preparadas y expertas, listas para subir esos peldaños hasta el último: sólo necesitan poder aspirar a éstos en las mismas condiciones que cualquier hombre.
Fuentes:
Facts & Figures, Facts and Figures: Economic Empowerment (UN Women)
https://piie.com/publications/wp/wp16-3.pdf